viernes, 28 de septiembre de 2018

Conocer

Por qué cuando conoces a alguien tienes que contarle tu vida, no todo (no lo recomiendo) pero casi todo. Entonces inicias un recorrido por la vida del otro a través de los lugares comúnes, la primaria y el primer amor, la secundaria y los primeros besos, la prepa en el CCH o en el Colegio Madrid. Le cuentas y te cuenta cómo se hizo esa cicatriz en la rodilla, cuántos y cuales huesos se rompieron. Qué un día cuando era muy pequeño se cayó en una nopalera en un cerro en Jalisco y piensas: yo también tenía una abuela que vivía en un pueblo perdido del bajío con un cerro y una nopalera, claro que tu tuviste la suficiente inteligencia para no caer en la nopalera.
Y en cada fragmento nuevo de esa vida te puedes reconocer; yo también tenía un gato que me consolaba cuando estaba triste; y vas armando el rompecabezas de la otra persona.
Qué libros marcaron sus vidas La peste de Camus, El pájaro que da cuerda al mundo de Murakami y comienzas un intercambio de libros para que el otro siga tus pasos a través de tus lecturas, para compartir lo que sentiste, compartir y conocerse. La primera sinfonía de Mahler y la séptima de Beethoven, quieres conocer al otro pero tambien lo quieres atraer a tu mundo. ¿Por qué demonios es tan importante que también me guste Devil Doll?.
En algún momento tal vez te toque hojear el album fotográfico y te des cuenta que el otro fue un niño feliz disfrazado de abejita y eso explica porque se conviertió en darky en cuanto pudo.
Nos contamos nuestras victorias y derrotas y de extraña manera tu propia vida cobra sentido y te das cuenta que en otro lugar no lejos había alguién igual de raro y solitario que tu.
El contarnos nuestras vidas me recuerda a ese personaje entrañable de la novela de Barrico Océano-mar, cito:
Bartleboom tiene treinta y ocho años. El cree que en alguna parte, por el mundo, encontrará algún día a una mujer que, desde siempre, es su mujer. De vez en cuando lamenta que el destino se obstine en hacerle esperar con obstinación tan descortés, pero con el tiempo ha aprendido a pensar en el asunto con gran serenidad. Casi cada día, desde hace ya años, toma la pluma y le escribe. No tiene nombre y no tien señas para poner en los sobres, pero tiene una vida que contar. Y ¿a quién sino a ella? Él cree que cuando se encuentren será hermoso depositar en su regazo una caja de caoba repleta de cartas y decirle
-Te esperaba.
Ella abirirá la caja y lentamente, cuando quiera, leerá las cartas una a una y retrocediendo por un kilométirco hilo de tinta azul recobrará los años-los días, los instantes- que ese hombre, incluso antes de conocerla, ya le había regalado. O tal vez, más sencillamente, volcará la caja y, atónita ante aquella divertida nevada de cartas, sonreirá deciendole a ese hombre.
-Tú estás loco.
Y lo amará por siempre.

Y si no me hubiera dado cuenta dos años después lo parecido que somos y todo lo que compartimos no me dolería tanto y por eso te dedico este poema de Gabriela Aguirre del poemario La frontera: un cuerpo:

Mi cuerpo es el viaje que nunca has hecho
-pensé.
Pero no te lo dije.
La estación afuera era distinta,
crecían raíces en las ventanas
en tus manos.

Cómo ponerte en palabras las palabras
que no te dije porque ya era de mañana
y tú y no no éramos amantes.

Cómo puede decirse el deseo.

Quizás sirva decir que nuestros cuerpos se contienen todavía
en algún lugar de la memoria.

Quizás sirva decir:
es en la espalda donde inician las historias
en los pliegues
en los huecos de las bocas
en el verbo incansable
en el incansable verbo.

Buenas noches

No hay comentarios: